Y volvimos al lugar desde donde salimos el pasado fin de semana, ese que cambio muchas vidas, formas de pensar y maneras de sentir.
Regresamos a vernos todos juntos, como familia, como hermanos, a fundirnos en un abrazo y dar gracias por lo aprendido, por lo enseñado y por lo recogido.
Al principio era la suerte, después la vida, luego el destino, pero al final termino siendo Dios el que nos dio la oportunidad de vernos después de vivir la experiencia Alvernia. Ahí se dejaban ver las caras sonrientes de todos, algunos sin sabernos el nombre o el lugar donde vivías, pero con un mismo sentimiento de identificación, ese que nos deja disfrutar como hermanos, como uno solo, ese que ahora nos deja sabernos iguales y que lo hace para siempre.
Ese fin ya pasó, ya no está, pero el solo poder creer la idea de que podamos vivir así para siempre nos invita a levantarnos cada día con más esperanzas, con más fe, con más ganas.
Mucha suerte a todos siempre, Dios los bendice.
Que todo lo que sueñen, puedan conseguirlo.
Y nunca lo olviden… Siempre sonrían.